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martes, 10 de noviembre de 2020

¡Vámonos!


Ya hacía mucho tiempo me apetecía escribir algo, ya fuera un relato o una novela, que tratara el tema del medio ambiente, y el maltrato que está recibiendo la naturaleza por nuestra mano, ya sea por descuido o crecimiento tecnológico. Pero nunca, será quizá por lo que tardo en ordenar las ideas de mi cabeza, arranqué dicho proyecto.

Por casualidades de la vida, o no… A la hora de ponerme a ordenar todos estos relatos para el segundo volumen de “Un paseo por la historia”, me di cuenta de que muchos de ellos, no todos, hacen una clara referencia a la naturaleza, animales, plantas y, en general, al bienestar de nuestro planeta. Esto me encantó, por eso decidí darle más fuerza a esa temática que, tan inconscientemente, plasmé en estos capítulos.

En este segundo libro, varias figuras históricas o personajes importantes dan su opinión, desde su propio punto de vista, de lo que es respetar a la naturaleza, a los que nos rodea, a nuestro planeta…

Con lo cual, y basándome en mi amor por el mundo cósmico a pesar de ya contar con los veinte relatos, decidí añadir este prógolo dedicado a uno de los primeros hombres que tuvo el gran privilegio de observar nuestro planeta desde la más “espacial” de las alturas. Con el mismo ánimo con el que él grito su, ya legendario lema, nada más sentir el arranque de los motores del Vostok 1, os invito a que comencéis a disfrutar de estas historias tan ecologistas.

 

¡Vámonos!

La primera vez que ví el cohete que me llevaría a ser el primer hombre en el espacio, sentí miedo, no voy a mentir… Pero también ilusión, ganas de emprender la aventura. Me sentía privilegiado de haber sido elegido entre tantos compañeros para llevar a cabo aquello, era como, si de alguna manera, todo lo ocurrido en mi vida, antes y durante mi preparación como cosmonauta, hubiera apuntado hacia aquel momento…

Una vez en órbita, me tocó realizar algunos experimentos sencillos como beber, comer, escribir… Todo eso pude hacerlo bien, sin ningún problema, excepto beber… Aquel efecto de gravedad cero hacia que sintiera continuamente en el estómago, esas agradables cosquillas que se sienten cuando tu avión despega. Solo una vez transcurrieron las ocho primeras horas del viaje las dejé de sentir.

Todas mis sensaciones y observaciones se registraban en una grabadora de a bordo pero, de todas maneras, yo seguía hablando de vez en cuando; “Me siento bien, con las piernas casi dormidas, pero no siento ni mareos ni náuseas. Esta visión es preciosa…“ Y desde luego que lo era…

Ver la Tierra desde el espacio es algo de lo que nunca te cansas. A primera vista, la panorámica de un brillante océano azul oscuro, cubierto de manchas verdes, en las que se amontonaban los atolones y nubes. Pegado a la ventana, pude ver que esta escena en movimiento del Pacífico estaba bordeada por el extremo curvado de la Tierra. Pegado a él tenía un fino halo de color azul, y más allá, el oscuro espacio, un espacio punteado con la gloria de un universo de luces… Veía majestuosidad en él, pero no bienvenida…

Pensé en mi familia, en mis amigos, en mi esposa y mis princesas… En mi niñez, en la brisa del viento rozándome la cara… Por mi mente pasearon cientos de flashback que me hacían sentir la persona más privilegiada del mundo.

Cuando volví a mirar abajo, lo que vi me resultó más transparente que antes. Debajo de aquella profunda negrura había un planeta acogedor. Allí, contenido en la fina, móvil e increíblemente frágil cascara de la biosfera esta todo lo que nos es querido. Ahí es donde está la vida; ahí es donde están todas las cosas buenas. 


“Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.

Yuri Gagarin, 12 de Abril de1961.

2 comentarios:

  1. ¡Hola, Ana! ¡Qué bueno volver a ver una actualización en tu blog! Y en esta ocasión dos! Bueno, como me gusta ser ordenadito, comienzo con esta maravilla. Imaginar lo que debe ser observar nuestro planeta desde el espacio. Tan frágil, rodeado de la negrura del universo... Y si además hablamos del primer hombre que la observó, jo. Lo que debió sentir mientras ascendía a los cielos, con todas las dudas de quien atraviesa un camino jamás explorado, sin una experiencia previa con la que contar... Puff.
    Unas palabras maravillosas las que pones en su boca que me han traído a la memoria aquellas otras que dijo el gran Carl Sagan cuando definió nuestro planeta como un pequeño punto azul pálido. ¡Regresas en plena forma! Un fuerte abrazo!

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    1. ¡Hola, David!
      ¡Sí! La verdad es que ya era hora de reanimarlo un poco, me da penita el haberlo dejado tanto tiempo abandonado.
      ¡Qué bueno que te haya gustado! La verdad es que hace poco ví un documental sobre el primer hombre en el espacio. Me gustó muchísimo, y no paré de pensar e imaginarme en todo lo que tubo que sentir estando allí arriba, viendo por primera vez algo que nadie había visto jamás, ¡Y ahora no dejo de pensar en qué no sentirán los primeros afortunados que pisen Marte! Fíjate que nunca he sido muy de ciencia ficción, bueno, para leerla si, Asimov forever, pero para escribirla no. ¡Me ha gustado la experiencia!
      Durante ese primer viaje, Gagarin dijo una frase, de esas que se te quedan en la memoria para siempre, la que recalco en rojo. Siempre he sido super sensible con todo este tema del medio ambiente y no pude evitar dedicarle un mini relato, aunque ya tuviera preparados los otros veinte del libro.
      ¡Un abrazote y nos seguimos leyendo!

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