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martes, 8 de enero de 2019

¡Palabra de monstruo! Capitulo final.



¡Palabra de monstruo! Desenlace.

Era Hare, uno de los guardaespaldas que el gobierno le había asignado, con el que hacía solo un rato acababa de cenar… El joven descansaba sobre la camilla, pareciendo dormir realmente en su habitación del hotel y no en aquel quirófano improvisado por monstruos que querían extraer su corazón. Su pecho subía y bajaba de forma relajada, pausada, descansada… No estaba conectado a ninguna máquina que lo mantuviera con vida después de extraerle el corazón, en realidad, ¿para qué? Estaba lo suficientemente sedado como para morir sin dolor y sin conciencia una vez dejara de tener pulso.
El cirujano volvió a mirar a su alrededor. Aquel ser enfermo, del que agradecía que sólo sus pies fueran visibles debajo de la sábana quirúrgica, aquel monstruo… No merecía vivir… No merecía que un chico de menos de treinta años, aun con toda la vida por delante, diera su vida por la suya, cuyo tramo final estaba destinado a una silla de ruedas aunque recibiera el corazón más fuerte del mundo. No… Las cosas no se hacían así… No se podía secuestrar a alguien en contra de su voluntad para sacar de él lo que otro necesita. Pero desgraciadamente, a Daniel le había tocado vivir aquella situación, y su desenlace solo dependía de él…

Volvió a pensar en amenazarlos con que le trajeran un nuevo corazón o dejaría morir al enfermo, suicidándose después. Pero, según las advertencias que le habían hecho, aquello no salvaría la vida de Julia, ni la de su madre, vigilada por uno de aquellos engendros… Además, si pudieran traerle un nuevo corazón dentro de aquel tiempo límite, lo cual dudaba, pertenecería a otra persona, alguien moriría igualmente. No le quedaba otra…
Apretando los ojos para aguantar las lágrimas, extendió la mano para pedir un nuevo bisturí, el cual fue colocado en su mano antes de que terminara de pedirlo. Sin pensarlo dos veces, Daniel enterró la cuchilla en la piel de Hare, y empezó a realizar una apertura vertical. Pero… Antes de llegar a la mitad, un fuerte golpe en la puerta del quirófano, y un grave grito, hizo que el escalpelo callera de su mano.
—¡Policía! ¡Levanten las manos! ¡Están rodeados!


Ya han pasado casi tres meses de aquel incidente, tres largos meses desde que salvara la vida de forma casi milagrosa o, pensándolo bien, quizá no tanto…
Nada más irrumpir la policía en el quirófano, Gregg lanzó la bomba de humo que tenía en el bolsillo. El plan era simple, lanzar aquella bomba en el caso de que el estúpido doctor, tan regio en sus principios, se negara a hacer cualquiera de las cosas que le pedíamos. Era complicado orientarse en un lugar tan laberintico y tan grande como aquel, por lo que Daniel no hubiera tenido escapatoria, lo único que podría haber salido mal es que se hubiera quitado la vida, pero aquello no llego a pasar… En cambio, más que para impedir que el doctor escapara, aquel artefacto había hecho posible que yo lograra salir a través de un pasadizo perfectamente escondido en la pared, e imperceptible para cualquier extraño, para cualquiera que no conociese bien el lugar.
Lo primero que hice fue correr… Correr y ponerme en contacto con mi primo, el mismo que había estado vigilando a la madre el médico. Desgraciadamente, no tuvo mucho tiempo de huir, pues los monitores de localización de la casa de aquella vieja habían hecho posible que una patrulla lo capturara antes de que tuviera oportunidad de escapar. Por suerte, mi destino fué distinto.
Tuve que pasar unos fríos y largos días escondido, esperando el momento en que toda aquella noticia del secuestro del médico dejara de estar en a boca de todos, entonces comencé a desplazarme…
Llegar de Londres a Madrid en un medio diferente al avión fue algo complicado para mí, pero por suerte encontré una plaza en un tren que pasaba por París. Solo lo sentí por el señor que viajaba a mi lado… Durante el viaje, no deje de estar al tanto de las noticias que aún se publicaban sobre el escurridizo y enigmático Doctor Travers, pero poca cosa pude sacar en claro. Tanto él como su esposa habían llegado a un pacto con los medios de comunicación, a los cuales, a partir de entonces, solo le transmitirían información en el caso de que solo fuera estrictamente necesario, y solo relacionado con su trabajo, por supuesto… También pude enterarme de que se habían comprado una propiedad a las afueras de la capital, en una zona en la que es más sencillo permanecer seguro, pues para entrar a la misma había que atravesar cinco estrictos controles de seguridad. Era evidente que estaba asustado, que temía por su vida y por la de los tenía alrededor, pero nada de aquello fue un impedimento para mí…
Ahora mismo, siete meses más tarde del peor incidente de su vida, me encuentro observando su casa, pudiendo distinguir perfectamente un bonito árbol de Navidad a través de la ventana. El matrimonio está sentado a la mesa, junto con la madre de él y los padres de ella. Parecen tan felices…
Realmente era una bonita estampa, tierna y navideña, y aquello era precisamente lo que me gustaba… Daniel, disfruta de los pocos y felices momentos que aún te quedan con tus seres queridos, porque solo es cuestión de tiempo que te atrape… Sí, la primera vez lograste escapar, gracias a la llegada de aquellos policías, pero la suerte no es eterna… Desde entonces te observo, te sigo al trabajo, a casa, vigilo a tu familia y a aquellos que más quieres, a la espera de que esos seguratas que te rodean y velan por tu seguridad tengan un momento de debilidad que pueda permitirme acabar contigo. Esta vez no me importa tu mujer, ni tu madre, ni tus estúpidos suegros, tampoco tus extrañas amistades… No… El que me interesa eres tú, tu vida tiene que terminar de forma agonizante, como tú hiciste con mi padre… Algún día te pillare, tarde lo que tarde, cueste lo que cueste, y acabaré contigo…
¡PALABRA DE MONSTRUO!





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