Durante mis primeros años como restauradora
de arte en París me dediqué a restituir algunas obras del Museo de Orsay. Amaba
a Dalí y a su estilo Surrealista, y tan sólo el hecho de poder tener aquellas
obras delante me hacía sentir pagada. Fue allí donde conocí a Adrien, quien era
el organista de Notre Dame, y gracias a él y a mi empeño, no tardaron en
abrirse para mí las puertas de la catedral más famosa del mundo. Ya había
tenido la oportunidad de conocerla, pero con la compañía de Adrien pude
conocerla de otra manera. No dejaba de asombrarme con aquel sublime rosetón que
salpicaba el suelo con reflejos de colores, y con el olor embriagador del incienso
que rodeaba las columnas. Pero, aparte de todo aquello, también había algo que
llamaba poderosamente mi atención; las gárgolas.
Aquel día tenía una de ellas ante mí, que junto con algunas más había sido removida
de la catedral para ser restaurada. Su aspecto, mezcla de dragón y algo
parecido a un jabalí, era extraño, y parecía sonreír con dientes afilados.
Las leyendas decían que en realidad eran demonios esclavizados para proteger las catedrales, pero yo nunca había creído en ellas.
El sonido de mi móvil me sacó de
la concentración de alisar la pupila de la bestia. Era un apenado Whatsapp de
Adrien.
Nada más leerlo me asomé a la ventana. Un dedo de hielo me toco el corazón
cuando ví la columna de humo. La catedral se estaba quemando…
Perfecto!!! No tengo más para decir.
ResponderEliminarAplausos y saludos
Muchísimas gracias, Juana! Un saludo para ti también!
EliminarExcelente historia basada en hechos reales. Me ha gustado todo el misterio que envuelve al micro y al final resuelves con algo que nos es de sobre conocido. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro! La verdad es que el misterio dentro de lo que nos es conocido nos puede llegar a resultar más aterrador todavía. Saludos!
Eliminar¡Hola, Ana!, nomo extraña que Victor Hugo eligiera Notre Dame para su obra más conocida, al igual que tú, que has aprovechado para ambientar el micro y alimentar la leyenda de las gárgolas protectoras.
ResponderEliminarBuen trabajo, compañera.
Hola, Tara! Muchas gracias! Intente recordar una de esas leyendas urbanas que nos ha acompañado durante siglos y que todavía da que pesar de alguna manera. Un saludo!
Eliminar¿Tuvieron las gárgolas endemoniadas la culpa del incendio? Vete tú a saber. Cosas más raras han ocurrido, je,je.
ResponderEliminarMuy buena historia.
Un saludo-
Hola, Josep! Pues la verdad es que a mi me gusta creer que de alguna manera si, soy de mente soñadora! Un saludo y gracias!
EliminarEs raro que las iglesias tengan que usar esas decoraciones tan inusuales. Dan miedo.
ResponderEliminarHola, Jose! Si que es cierto, pero si piensas el “trabajo” que hacen, tiene sentido. Ellas se deben de encargar de alejar el mal y a los malos espíritus de los templos o catedrales que protegen, como lugares sagrados que son, y lo hacen con el aspecto temible que también tendrían esas energías. Aunque yo creo que algo que protege a un lugar sagrado, aunque no suela yo creer en esas cosas, no pueden ser demonios. Un saludo!
EliminarHola Ana, muy bueno. Ni te imaginas. Tuve la oportunidad de subir a Notre Dame hasta lo más alto a las alturas. Allí estaban esas gárgolas que miraban a Paris. impresionaban. Y justo detrás de mí había otras que miraban hacia otro punto de la catedral. Allí estaba el lugar que se hundió. ¿Coincidencias de que algunas miraran a este punto? Saluditos.
ResponderEliminarHola! Pues sí que fue casualidad, ya depende de que creamos en ella o no. A mi me encanta pensar que s que protegen ciertos lugares de lo malo que pueda ocurrirles, y qué mejor con un aspecto tan impresionante, no?
EliminarUn saludo!
Qué buena historia, Ana y qué bien has utilizado el incendio de Notre Dame. Me ha gustado mucho. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta! Un saludo!
EliminarHola, Ana. Por unos momentos me he temido que el organista se transformara en Quasimodo y te raptaba al más puro estilo novelesco de Víctor Hugo. Me ha gustado este micro. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Isan! Pues no te creas que no me ha costado que no se me fuera la imaginación de esa manera! Me cuesta expresar en solo 250 palabras todo lo que pasa por mi cabeza. Muchas gracias, un saludo!
EliminarPues yo pensé que el dedo de hielo era un dedo de piedra helado wue no iba dejarse restaurar. Has hecho una mezcla de fantasía y realidad perfecta. Esperábamos digo sobrenatural y tu nos has reconducifo a la reslidad.
ResponderEliminarSaludosss
Pues sí que es una buena alternativa! Pero, después de todo, como bien dices, las leyendas urbanas no dejan de ser esa fez la de fantasía y realidad.
EliminarUn saludo y gracias!!
Supongo que así debieron sentirse los que vieron el humo de la catedral... Un relato mágico. Un placer leerte. Saludos
ResponderEliminarHola, Nuria! Pues la verdad es que no me quiero ni imaginar como debió de ser ese sentimiento…
EliminarUn saludo y muchas gracias!
La verdad que las gárgolas siempre dan un poco de miedo por su aspecto un tanto demoníaco. Gran relato que combina ficción y realidad, la triste tragedia del incendio con tu ficción. ¿Sabrán las gárgolas lo que pasó en realidad? Felicidades por tu micro. Saludos.
ResponderEliminarHola, Mayte! Creo que de eso se trata, de que den miedo sobre las cornisas de los lugares sagrados. Definitivamente creo que incluso debieron de llorar aquel daño. Muchas gracias por tus palabras! Un saludo!
EliminarGenial! Gran ambientación y un final que nos toca una fibra sensible. Nos revolotea la duda y si el incendio fue porque la gárgola protectora no estuviese?...muy original!
ResponderEliminarHola, Ana! Pues precisamente eso es lo que quiero hacer pensar, sería porque faltaban algunas de sus estatuas? Un saludo y muchas gracias!
EliminarUn buen relato , me a gustado mucho y más con esas gárgola
ResponderEliminarprotegiendo la catedral , que por desgracia salió ardiendo , es una verdadera lastima , salidos de flor.
Muchísimas gracias, Flor! Si, desde luego que fue una lástima… Un saludo!
EliminarLeyenda y realidad en un estupendo micro. Muy bien trabajada la tensión y el suspense al rededor de las estatuas. Me ha gustado el relato, Ana.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por tus palabra! Siempre me gusto mezclar la leyenda con la realidad, y este reto me ha venido como anillo al dedo! Las leyendas siempre tuvieron esa parte de realidad, que es la más oscura al menos para mi. un saludo!
EliminarPrecioso relato donde recreas esa atmósfera fantástica que te va adentrando en Notre Dame por lugares que tan solo un buen guía puede llevarte como Adrien, el organista. El encuentro con las gárgolas y su misterio para sacarnos de la magia con la cruda realidad.
ResponderEliminarSaludos, Ana.
Muchas gracias, Pilar! Me alegra que te haya gustado! Si no fuera por esa magia que sería de nosotros en realidad… Al menos c y aunque no sean reales, las creencias nos consuelan en casos como este. un saludo!
EliminarAna, un micro fantástico, con un final que me ha cautivado, la palabra "elegante" se me ha venido a la mente nada más terminarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Ángel! Te me alegro de que te haya gustado y además que te haya parecido elegante de alguna manera. Las leyendas siempre cautivan a su manera. Un saludo!
EliminarHola, Ángel! Te me alegro de que te haya gustado y además que te haya parecido elegante de alguna manera. Las leyendas siempre cautivan a su manera. Un saludo!
EliminarHola, Ángel! Te me alegro de que te haya gustado y además que te haya parecido elegante de alguna manera. Las leyendas siempre cautivan a su manera. Un saludo!
EliminarHola Ana
ResponderEliminarExcelente texto que mezcla verdaderamente bien lo real con lo fantástico; la ilusión con lo dramático en medio de una historia que te atrapa desde la primera línea. ¡Muy buen trabajo! Enhorabuena
¡Hola, Ana! ¡Qué buen micro! Casi diría que es un ejemplo de cómo surgen estas leyendas urbanas. Tenemos un hecho real, el incendio de Notre Dame y la restauración previa al mismo. Luego el horror ante la quema de esa catedral mítica y la falta de explicación de ello es llenada con el mito. Un mito precioso como es que se quemó porque sus guardianas, las gárgolas, no estaban allí para protegerla. Fantástico. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Ana. ¿Casualidad tal vez? Posiblemente pero qué extraño que el incendio sucediera cuando las protectoras de la catedral fueron retiradas.
ResponderEliminarUn muy buen relato. Felicidades.
HOla Ana, esas gárgolas por una casualidad se libraron del incendio, a saber si fue la mano del destino la encargada de retirarlas a tiempo.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo
Puri
Hola Ana. Traes un micro que está basado en un terrible hecho real, y por ello es más sobrecogedor. Las gárgolas protectoras nunca debieron sacarse de la catedral, por lo visto el edificio quedó desprotegido sin su presencia. Muy buena la idea del micro. Un saludo.
ResponderEliminarHola Ana, genial tu micro, lo narras de manera natural, ese deseo cumplido y esa oportunidad única de estar en un lugar fantástico y con una misión tan seria, y a la vez tan relajante, para de golpe y porrazo hacernos caer en una realidad tan abrumadora y enigmática como fue ese incendio.
ResponderEliminarMe ha encantado que nos contaras esa leyenda de manera tan poética y filosófica, puro arte.
Feliz semana.
Hola, Ana. En cuanto quitaron a sus protectoras el fuego hizo su aparición. En esos sitios tan señalados el ambiente está muy cargado y cualquier cambio puede provocar hechos inexplicables. Saludos 🖐🏼
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